jueves, 6 de agosto de 2009

"La Escuela Encerrada"

El 22 de abril de 2009 se realizó en la Universidad Nacional de Quilmes las Jornada “El reclamo social de castigo. Agravamiento de las penas como respuesta a la inseguridad” organizada por el equipo del Proyecto de Investigación “Prisión Perpetua: Saberes, consecuencias y alternativas en la voz de los condenados alojados en unidades penales del Servicio Penitenciario Bonaerense”
En dichas jornadas presente una ponencia denominada “La escuela encerrada” elaborada en el marco del proyecto de Investigación del que participo. En dicha ponencia se abordan algunos aspectos relacionados a la educación en el encierro. En esta oportunidad publico la ponencia por mí presentada
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La Escuela Encerrada[1]
Lic. Marcelo D. Fraga[2]
Universidad Nacional de Quilmes

Como bien se anuncia en el programa de esta jornada, el propósito de este panel es el de presentar algunos avances en el proyecto de Investigación “Prisión Perpetua: Saberes, consecuencias saberes y alternativas en la voz de los condenados alojados en unidades penales del Servicio Penitenciario Bonaerense”. Proyecto que llevamos adelante desde la Universidad Nacional de Quilmes, y cuyo equipo de investigación esta constituido por el Gesvip (Grupo de Estudio de la Vida Penitenciaria) UNQ y el Cepoq.
El mecanismo que adoptamos en el equipo de investigación para este panel ha sido que cada uno de los integrantes del equipo, tomemos algunos de los temas o cuestiones relevadas a lo largo de estos dos años de investigación para su presentación. Esto me evita la tarea de tener que explicar la metodología y circunstancias del proceso de investigación ya que será abordado por otros integrantes del equipo de investigación.
Dada mi formación de base, Licenciado en Educación, elegir presentar los aspectos que dan cuenta de lo educativo, parecería ser una elección obvia. Sin embargo los motivos de mi elección, no provienen de mi historia de formación en las Ciencias de la Educación, sino en una situación vivida en circunstancias de tener que realizar una entrevista en una Unidad del SPB.
La entrevista en cuestión, se frustró por la negativa del detenido a ser entrevistado, al menos, así me fue comunicado por el personal del SPB, sin embargo esa visita a la Unidad me dio la posibilidad de observar la imagen de un ritual que todos hemos tenido la oportunidad de presenciar en nuestra biografía escolar y en la de nuestros hijos. El Acto de fin de curso o bien de fin del año escolar, solo que en esta oportunidad, este acto se desarrollaba en una escuela “encerrada” en una Unidad Penitenciaria.
Y digo una escuela encerrada, porque la imagen arquitectónica del lugar no era otra que la de una escuela “presa”, rodeada de una alambrada que delimitaba el afuera y el adentro, en el interior mismo de una organización, la cárcel, que no solo mediante muros delimita otro afuera y otro adentro.
Si no fuera por la dificultad de abstraerse del tránsito desde la calle al interior del Penal, la espera obligada hasta autorizarnos el ingreso, las explicaciones de rigor sobre los motivos de la visita, las miradas de sospecha del personal del SPB, el desprendimiento de nuestros documentos, llaves y celulares, etc. podría haber pensado que me encontraba en cualquiera de las escuelas de la Provincia de Buenos Aires en las que ese mismo día se desarrollaba la misma escena que estaba presenciando dentro de esa escuela “encerrada”.
Este proyecto es mi primer acercamiento al problema del encierro, hasta entonces la cárcel, me era ajena, y más allá de adherir intuitivamente a algunos discursos sobre la necesidad de mejorar las cárceles, los problemas de superpoblación, los maltratos, etc. era uno más de aquella “mayoría silenciosa” para quien la cárcel es aquello que se encuentra tras los muros y a lo que solo nos asomamos a través de su versión hollywoodense, o la más actual versión Reality. A partir de aquella entrevista empecé a intuir que la cuestión educativa en contextos de encierro resultaba un espacio interesante para considerar desde la Política Educativa, un Seminario de Teoría y Métodos de Administración y Gestión de la Educación correspondiente a lla Maestría en Política y Gestión de la Educación de la UNLU dictado por el profesor Beltran Llavador me brindo la oportunidad de relacionar aquella escena con temas propios y habituales de Política Educativa. Ante la propuesta del profesor de elaborar un caso
Quiero compartir con ustedes parte de un trabajo que junto con otros compañeros del Seminario Teoría y Métodos de Administración y Gestión de la Educación correspondiente a la Maestría en Política y Gestión de la Educación de la UNLU, elaboramos a instancias de un ejercicio propuesto por el Profesor Beltran Llavador.
Se trataba de elaborar un caso que pudiera dar cuenta de los temas expuestos durante la jornada, temas que tenían que ver con la delimitación de las organizaciones, las metas, estructuras y culturas.
Yo conté entonces aquella visita al penal, esa imagen de una organización dentro de otra, de rituales, metas, regulaciones y sujetos que no parecían corresponderse.
El grupo entonces elaboro un relato ficcional del que me gustaría compartir un extracto, desde ya mis disculpas por la escasa calidad literaria del texto:

“Q era de baja estatura, morocho, de rostro aindiado, era el mayor de sus compañeros. Tal vez por eso, o por su natural tendencia al silencio y su natural costumbre de aceptar con resignación las órdenes y mandatos, había sido elegido abanderado.
Calzaba sus mejores zapatillas, su pantalón azul y la camisa de los días especiales. Cuando llegó el momento, entró en el improvisado escenario acompañado de sus escoltas y llevando con orgullo la bandera celeste y blanca, tan limpia y planchada como su camisa.
El improvisado escenario se encontraba entre dos árboles sobre el patio de tierra de la escuela. Sentados en semicírculo los alumnos y un poco mas allá algunos familiares.
A espaldas del escenario se levantaba la escuelita, un edificio modesto, con apenas 4 aulas y un par de oficinas, techo a dos aguas y el exterior pintado en vivos colores. De las paredes interiores colgaban láminas y trabajos realizados en el año.
La Señorita Marta, Directora, egresada del Normal, estaba igual que en aquel primer día de clase, con su guardapolvo blanco y su prolijo peinado recogido, en el centro del escenario. Tomo el micrófono y con voz clara inundo el patio de la escuelita para despedir “el ciclo lectivo” y felicitar a los que terminaban la escuela primaria. Resaltaba el sacrificio realizado por alumnos, destacó la disciplina, el buen comportamiento, el cuidado de la escuela. Hablo de la emoción, la alegría y la tristeza de un final de ciclo, alumnos que luego de varios años dejan la escuela, pero que gracias a eso pueden salir al mundo porque la educación dijo la Señorita Marta “nos hace libres”
La Señorita Olga y la Señorita Cristina fueron nombrando uno a uno a los egresados, quienes en el orden previsto subían al escenario a recibir sus diplomas.
En pocos minutos tras las palabras finales de la Directora y los saludos personales el acto llegó a su fin.
La directora y las maestras comentaron antes de salir lo lindo que había salido el acto y lo bien que se comportaron los “chicos” como ellas solían llamarlos, recogieron sus carteras, bolsas con regalos hechos por sus mismos alumnos, cartulinas, láminas, libros y útiles escolares, testigos de un año de trabajo. Luego se dispusieron a salir, mientras arreglaban quien llevaba a quien pues solo dos de ellas tenían auto.
Q estaba doblando la bandera y guardándola prolijamente en el lugar debido.
Camino hacia la puerta y salió al pasillo, algunos compañeros que estaban jugando un partido de futbol en la canchita de en frente lo felicitaros, tendiéndole la mano entre el alambrado.
Siguió caminando por el largo pasillo, hasta la reja del módulo E de media, allí el guardia lo saludo, abrió el candado y se aparto para darle paso, otro pasillo, otro guardia, otra reja y entro al pabellón de población, se fue a su celda, se saco las zapatillas y la ropa de los días de visita, aunque hacía rato no tenía ninguna, y se dispuso a matar el tiempo acomodando la celda, luego vendría el engome, las luces que se apagan y a acostarse esperando no ser despertado por la requisa.”

La construcción de casos es un ejercicio didáctico que permite poner en juego categorías y conceptos en el contexto de una situación ficcionada pero con base real. Aunque el caso no fue pensado para esta oportunidad, al preparar esta ponencia, me pareció pertinente su inclusión, de alguna manera relata el caso de uno de los tantos detenidos que como veremos han transitado su educación íntegramente en la cárcel.
Al compartir el caso intento introducirnos en el mundo de la escuela en contextos de encierro, y al mismo tiempo los invito, de alguna manera, a que me acompañen en el trayecto de pensar la educación en cárceles, que yo fui siguiendo y del que esta ponencia es resultado. Obviamente esta parte del relato da cuenta de una primer mirada sobre la educación en cárceles, una mirada en la que la escuela era observada como una institución de disciplinamiento, dentro de otra, la última de las instituciones de disciplinamiento, cuando todas las demás “fracasan”.
Por ahora dejemos aquí aquella escena, sobre la que volveremos luego, antes vamos a presentar algunos aspectos que pudimos relevar a partir de la encuesta suministrada a detenidos condenados a prisión perpetua en unidades del SPB y que hemos sintetizado en algunos gráficos que presentamos a continuación:

Nivel de Instrucción
Se les pregunto a los encuestados sobre su nivel de Instrucción actual y al momento de su detención. Del procesamiento de las encuestas pudimos elaborar el siguiente gráfico.
Diapositiva 1
Se observa que el Nivel de Instrucción al momento de su detención es uno más de los indicadores que nos permite reconocer el origen social de los detenidos condenados a prisión perpetua en el SPB. Al mismo tiempo da cuenta, como decíamos anteriormente de la discriminación educativa y de las dificultades para hacer realidad la obligatoriedad de la educación básica.
Puede observarse en este primer gráfico que 7 de cada 10 encuestados alcanzan únicamente el nivel primario de instrucción, 6 de cada 10 completan la escuela primaria mientras que 1 de cada diez no llega a completarla. Menos de 3 de cada 10 han tenido algún grado de progreso en la educación media. En el otro extremo del sistema educativo solo un 3 por ciento alcanzó la educación superior (no universitaria) aunque sin completarlo y ninguno ha tenido acceso a estudios Universitarios.
Es importante destacar que estos datos dan cuenta de la situación educativa de un grupo particular de detenidos en el SPB, que por la naturaleza de sus delitos y la duración de sus condenas no representa al conjunto de los detenidos en unidades del SPB. Es de esperar que la situación educativa de la población general en las Unidades del SPB sea aún mucho más grave.
Al momento de la administración de la encuesta se puede observar que el nivel de instrucción ha mejorado significativamente respecto a su situación inicial. (Diapositiva 2) Seis de cada diez ha alcanzado la educación media contra los menos de tres que lo habían hecho antes de su detención, y un número importante se encuentra transitando el nivel de Educación Superior Universitario.
En el siguiente gráfico (diapositiva 3 ) podemos observar que seis de cada diez encuestados han modificado su nivel de instrucción en relación al momento de su detención.

Al poner en relación el Nivel de instrucción al momento de la detención con el nivel de instrucción en la actualidad observamos cambios importantes que probablemente impliquen a su vez cambios en la subjetividad de los condenados a prisión perpetua a partir de su trayectoria educativa dentro de prisión. Cambios que pueden tener consecuencias sobre la vida en prisión, sobre los modos de relacionarse con sus compañeros, y con los agentes del SPB.
En el próximo gráfico (diapositiva 4) podemos observar la magnitud y naturaleza de los cambios en el nivel de instrucción de los condenados a prisión perpetua en las Unidades del SPB.


Puede observarse que uno de cada diez ha completado el nivel de estudios que tenía al momento de su detención sea este educación primaria o media. Mientras que seis de cada diez han progresado desde el nivel primario a la educación media, no se tiene en cuenta aquí si se trata del nivel de instrucción completo o incompleto. Al observar el conjunto de los que se encuentran transitando la educación superior, podemos observar que prácticamente dos de cada diez tenían al momento de su detención algún grado de educación primaria, este grupo ha realizado toda su educación en calidad de detenido, y poco menos de uno de cada diez se encuentran realizando estudios Superiores habiendo partido de algún grado de educación media.
Cuando nos referimos a educación Superior en la cárcel se trata en su totalidad de estudios universitarios ya que la oferta de estudios terciarios en las unidades del SPB es escasa o nula.

Aprendizaje de Oficios
Otro aspecto que hace a situaciones de aprendizaje en la cárcel se refiere al aprendizaje de profesiones u oficios. Es importante detenernos en el hecho que el aprendizaje de oficios no tiene el mismo significado que el progreso en el nivel de instrucción. El aprendizaje de oficios tendría por objetivo la inserción laboral del detenido sea una vez obtenida su liberación o bien durante la duración de su condena. Por su parte el nivel de instrucción tiene implicancias en la construcción de la subjetividad que va mucho más allá de la formación para el trabajo.
En el siguiente gráfico (diapositiva 5) podemos observar que algo más de seis de cada diez encuestados han aprendido algún oficio o profesión durante el periodo de su detención.


Indagando sobre la manera en que accedieron al aprendizaje del oficio y/o profesión puede observarse la importancia de los cursos o programas de formación ofrecidos por el SPB.

A la pregunta ¿Cómo accedió al aprendizaje de esta profesión/ oficio? Un poco más de seis de cada diez responde que lo hizo a través de cursos o programas de formación brindados por el SPB.
Cuando indagamos sobre las características de las profesiones u oficios aprendidos encontramos que la distribución de los mismos es la que sigue.

Se observa un importante peso en el aprendizaje de oficios u ocupaciones relacionadas a las tareas o trabajos a los que se puede acceder estando detenidos tales como cocina y construcción, tareas siempre necesarias en las unidades del SPB. Dentro del grupo que responde Otros oficios o profesiones resulta de interés algunas respuestas referidas a la “redacción de escritos judiciales” una tarea de sumo interés dentro de la cárcel y que sitúa al detenido que sabe realizar esta tarea en un lugar relevante en el entramado social de la cárcel.
Tal como observamos en los gráficos, un importante número de personas condenadas a prisión perpetua han tenido toda su biografía escolar en el encierro. El ejercicio al que hice referencia anteriormente continuó y día a día del seminario debíamos ir complejizando el caso, para dar lugar a los temas y conceptos que íbamos desarrollando. Al finalizar la semana nuestro caso ficcionado, convertido ya en un cuento llegaba también a su fin y encontraba a nuestro personaje a punto de recibirse de abogado.

"Q despertó como todos los días a las 6,30 de la mañana, luego del mate cocido que oficiaba de desayunos, se instaló como siempre en la oficina del Centro Universitario, de a poco fueron llegando sus compañeros Luis que estudiaba Sociología, Pedro Psicología, y otros tres que como Q estudiaban Derecho.
-¿Y cacho? Pregunto Q
-Engomado –respondió Luis – ayer en su pabellón hubo quilombo se agarraron a facasos el garza y el polaquito.
El Garza tenía “cartel” era un experimentado asaltante de bancos “solo robaba a los ricos” decía el y el Polaquito un pibe de 20 años, adicto al paco que mató a una anciana para robarle 20 pesos.
Ven –intervino Pedro –cambio todo, ahora en los pabellones estamos todos mezclados, y cada vez hay más peleas. A lo que el resto asintió.
Bueno dijo Quispe, metámonos en la cuestión –Ayer trasladaron a Roque, que había empezado a estudiar –
Si cada vez se complican más los traslados –acoto otro de los estudiantes de Derecho- que la camioneta, que falta personal, que no hay gasoil, y después de estudiar nos quedamos sin ir a rendir los finales a la facultad.
Yo hable ayer con García el Director de Población, y lo puse al tanto de los inconvenientes que tenemos para estudiar. Viste que el esta con nosotros, me contó que en la 81 cerraron el Centro Universitario, con la escusa que necesitaban las aulas para construir celdas. Le conté que acá el jefe del Penal todavía no nos entrego los libros que nos donaron para la biblioteca. Y de la sanción que le pusieron a Juan por contestarle al guardia, al peladito, el nuevo, que no lo dejaba ingresar a la biblioteca para estudiar.
Ese sí esta con bronca, -intervino otro- vive en mi barrio, apenas pudo entrar al Servicio, no le daba ni la cabeza ni la plata para hacer otra cosa, y ve que nosotros estamos a punto de recibirnos, sabemos hablar y no necesitamos la faca para hacernos respetar ni nos dejamos correr con el “Si señor, no señor”


La escena inicial del caso nos presenta una primera imagen de la relación escuela- cárcel en donde ambas instituciones parecen complementarse, en donde una “la cárcel” es la última de un complejo de instituciones de disciplinamiento y control de la que la otra “la escuela” es una de las primeras. La cárcel aparece como la organización necesaria cuando todas las anteriores han fracasado.
El “preso” como objeto de la institución carcelaria, es a su vez objeto alumno de la institución escolar. Al protagonista del relato se lo despersonaliza convirtiéndolo en objeto de control carcelario y se lo infantiliza en el contexto del dispositivo escolar.
La educación en contextos de encierro funciona a manera de una institución dentro de otra y esto supone conjugar prácticas y marcos normativos entre dos sistemas con lógicas de funcionamiento diferentes; en el sistema penitenciario la del castigo y el disciplinamiento fundante del derecho penal y las prisiones, y en el sistema educativo la del desarrollo integral de los sujetos, fundante de la educación. Si bien la educación en la Argentina también tiene su origen en la lógica del disciplinamiento, en este ámbito aparece ligada más fuertemente a su potencia para la construcción de la autonomía de los sujetos.
En el final del caso ficcionado, al contrario del comienzo del relato, el protagonista ya no aparece despersonalizado, ni infantilizado, se ha convertido en sujeto, y se asume como sujeto político.
Tanto en el relato/cuento como en las entrevistas realizadas surge que esa modificación en el nivel de instrucción incide significativamente en la construcción de nuevas subjetividades, y sentidos.
De las entrevistas podemos inferir que aquellos detenidos que se encuentran cursando estudios universitarios han podido escapar al proceso de masificación y cosificación al que son sometidos en el contexto de la cárcel como institución total, ha podido reconstruir su subjetividad, han podido recuperar la identidad y con ello logrado ocupar un lugar particular en el entramado social de la cárcel.
Por motivos del tiempo que me fue asignado, y que supongo ya habré excedido, lamento no poder profundizar sobre las entrevistas, no recuperar y exponer en este ámbito las “voces de los detenidos” quería sin embargo recuperar algunas pocas frases que nos permitan ilustrar desde las mismas palabras de los entrevistados lo que la escuela representa.

“A partir del estudio empecé a darme cuenta que, a los que siempre estuvieron sometidos, que había algo para hacer, que uno no se da cuenta, que había algo para hacer.”

“Ese cartel ya no nos sirve, no nos sirve ...”

“yo siempre digo, cambié más cuando accedí a la escuela, hasta en eso la escuela me cambió. Me formó como persona ¿Si te digo que estuve un año sin bañarme qué me decís?”

Ser estudiante es ocupar un lugar particular un signo de identidad dentro de la cárcel.

“Hoy estamos del lado bueno. Cuando vine al pabellón, entré, todos saben que vengo para estudiar, y saben que estudio, ya estoy como un estudiante”

De las entrevistas también surge que ser estudiante no es fácil, tal como lo muestra nuestro relato ficcional, los traslados, los engomes, etc. son situaciones que conspiran contra las posibilidades de los detenidos de concluir sus estudios, ser estudiante es algo que se conquista.

“en la facultad ni me anotaron, no soy alumno regular, soy oyente, y tengo un oficio en el juzgado que me anote en las treinta y tres materias si quiero. Quedé afuera por una negligencia del servicio, por eso no soy un alumno que figure en un listado, por eso soy oyente, pero tengo la autorización para ir.”

“tuve que pelear, en la forma de decir, así teórico, con el juzgado, para que me autorice a estudiar, tuve que renegar para salir a la Facultad,”

“en el dos mil me dan el traslado a Jujuy por acercamiento familiar, es tuve cinco años en la cárcel de Jujuy, en la 1. Me volví porque no podía seguir estudiando allá.”


Lo que también surge de las entrevistas es que no siempre la elección de estudiar tiene que ver con el ideal de un proyecto personal, se trata también en algunos casos de mejorar la situación dentro de la cárcel, como también mejorar la situación procesal.

“…pedí a los jueces el traslado hacia La Plata. Se sorprendieron porque tengo mi hermano que vive en Bahía Blanca, mi hermana que está a ciento ochenta kilómetros, y “¿cómo se va a ir a allá? Mire señor, la condena usted la sabe mejor que yo y ¿cómo la puedo levantar o al menos, nivelarla? Estudiando”

Lamentablemente el aspecto educativo no ocupa un mayor espacio en nuestra indagación, cuando fuimos elaborando el formulario de entrevista cada uno de los participantes fuimos introduciendo algunos tópicos en virtud de las intereses de cada participante del proyecto. El nivel de instrucción apareció como un dato más de la descripción de la situación del condenado a prisión perpetua, siento ahora, haber desaprovechado la oportunidad de internarme más profundamente en un mundo que no solo resulta de interés sino que debe ser problematizado, y objeto de la política educativa.
Sostengo que la educación en la cárcel debe ser objeto de la política educativa porque:

En primer lugar el Nivel de Instrucción del detenido da cuenta de la discriminación educativa y de las dificultades para hacer realidad la obligatoriedad de la educación básica.
En segundo lugar porque la escuela dentro de la prisión tiene una misión que cumplir. Y esta misión no debe ser problematizada desde la óptica de la política criminal. La construcción de nuevas subjetividades es objeto de la escuela esté dentro de la prisión o fuera de ella.
Tercero, la escuela encerrada, la escuela dentro de la cárcel, nos plantea un campo interesante para pensar la organización educativa, ¿Como conviven estas dos organizaciones, sus lógicas y regulaciones? ¿Cómo pensamos al sujeto de la educación detenido, estudiante? ¿Cómo se piensa la formación docente?

[1] La ponencia fue elaborada en el marco del proyecto de Investigación “Prisión Perpetua: Saberes, consecuencias y alternativas en la voz de los condenados alojados en unidades penales del Servicio Penitenciario Bonaerense” de la Universidad Nacional de Quilmes. Siendo presentada en las Jornada “El reclamo social de castigo. Agravamiento de las penas como respuesta a la inseguridad” realizada el 22 de abril. En la Universidad Nacional de Quilmes
[2] El autor es Licenciado en Educación, Profesor Adjunto Ordinario de la Universidad Nacional de Quilmes, maestrando en Política y Gestión de la Educación (UNLu) e integrante del Equipo de Investigación del Gesvip (Grupo de Estudio de la Vida Penitenciaria) UNQ

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